lunes, 10 de septiembre de 2012

Niebla en perfecto clima

—¿Dónde haz dormido esta noche?.
—En el bosque.
—¿A qué se debe esto?.
— No podrías entenderlo.

 Recordé en ese instante aquella técnica de dejar montar el silencio en ambiente. Él, miraba de lado a lado desconcertado, perdía el control del silencio, sus marrones ojos revelaban lo que sus labios sellados no decían.

 —Era como la soledad que me rodea
— Fue su primera oración.
—Caminaba sin rumbo intentando escuchar a la naturaleza, oyente, esta misma, de mis melancólicos pensamientos. ¿Quién entendería a un orate que vaga por las ruinas de un viejo templo?, quizás algún alma en pena que no descansa, que expía sus pecados en la tierra sin descanso eterno, no lo creería, pues más de una vez he afrentado con ellos, suelen ser muy misántropos, y yo solo busco algunas respuestas que ellos tienen mas no nos entendemos, quizás sea eso, que no nos entendemos. —¿Qué intentas decirme con eso?. —No mucho.
—Es solo que creí haber sido escuchado por alguien.
—¿Acaso nadie suele hacerlo?, ¿No lo estoy haciendo en este instante?.
—No me ha dejado terminar.
—Prosiga entonces.
—Como lo más desapercibido camuflada se encontraba aquella presencia de mis ojos, ¿Podría ser qué no sea el único que frecuenta estos lugares?, ¿Acaso alguien buscaría la soledad, cómo yo, para poder entender?, sería extraño, en mis tanto días no había visto ni sentido alguna presencia por estos lugares. De repente, al mirar desde el punto más alto, a lo lejos, pude divisar una silueta, mi visión no era perfecta, pero podía entenderse que se trataba de alguien, ¿Es acaso un sueño?, ¿Podrá existir alguien que comparta estos ideales con los que vivo?. Corrí en su búsqueda hasta llegar donde la vi aquella silueta por primera vez, no había nadie, creía haber sido engañado por la fauna, cuando de repente sentí la misma presencia tomar mi mano, asustado empecé a retroceder, choqué con el cuerpo de alguien, volteé, no había nadie, creí haberme vuelto loco, pero no era cierto, a lo lejos yacía una hermosa mujer cuyos ojos penetrantes dilucidaban mis preguntas sin decir palabra alguna, en el silencio, pude escuchar su voz decirme: Soy producto de tus anhelos, he venido a buscarte para que sepas que existo mas no puedo estar a tu lado, un asunto traigo entre manos, el de sufrir algunos años y arrastrar con esta pena, no soy un alma, no soy humana, soy un ente que quizás no comprendas pero te he sentido, a lo lejos, a dimensiones, es por eso que te he buscado, para amarte hasta que el sol me extinga y las almas vengan a llevarme, un condena llevo dentro, ya te dije, solo ámame mas no vuelvas a recordarme. Fue como un sueño, efímero como se caracteriza, lo he vivido pero no lo recuerdo, quizás, pude haber delirado como también pudo haber sido verdad. Creí haber sido engañado por una amante desconocida por eso la busqué en rededores, pero no había nadie, nadie frecuentaba estos lugares, y en la eufórica noche, reposé mi cuerpo sobre algún árbol, llevaba un día si comer, mis energías estaban por acabarse, y yo, por caer en un profundo sueño inconsciente, cuando a lo lejos volví a ver a aquella silueta que entre labios me decía: El amor no es para mortales, te llevaría conmigo para que me des fuerzas, pero eres de carne y hueso, las llamas te derretirían, no tendría sentido que luches por mí hasta desvanecerte; cerré los ojos sumiéndome en el profundo sueño, despertando atónito sin saber donde me ubicaba, veía al mismo árbol de mi última visión, creía solo haber soñado, pero llevaba la marca del labial de fuego marcado en mi piel, había, quizás, conocido al verdadero amor, al verdadero amor que te busca entre el fuego solo para desaparecer, para hacerse notar y luego desvanecerse entre tus sueños, el mismo que te busca para volverte loco, para volverte artista exponiendo su belleza, para eso quizás haya venido para amarla tanto en cada poesía que me haga recordar su belleza, pero solo recordarla porque tocarla no puedo, pero cuanto quisiera, en verdad cuanto quisiera, ¡Tal es la impotencia!.— Eso es, exactamente, eso es.
—¿Se encuentra bien usted después de esto?.
—No lo sé, llevo ya algunos libros de poesía, quizás algunos ensayos. Sé que no estoy loco, solo pinto en lienzos a mi musa porque sé que existe, quizás solo en mis pensamientos porque debe estar viviendo en algún infierno en donde mis palabras quizás lleguen para ser escuchadas o sigan siendo escuchadas para poder considerarme loco.



Inspirado en El rayo de luna de Gustavo A. Becquer (1862).

No hay comentarios:

Publicar un comentario